Alimentos ecológicos: ¿todo vale?
Lo Eco, Bio, Orgánico o Natural está de moda: ¿pero todo vale? El mercado de alimentos ecológicos está creciendo a un ritmo del 30% anual en los últimos 10 años, y las multinacionales de la industria de la alimentación son conscientes de ello y quieren tomar la mayor tajada del pastel.
El sello ecológico certifica que en el cultivo o cría de los ingredientes de los que está compuesto un alimento no se han utilizado compuestos de síntesis química (pesticidas, herbicidas, hormonas, antibióticos, …) y además no provienen de organismos modificados genéticamente (transgénicos).
Pero, ¿todo vale detrás de un sello ecológico? La respuesta es no. El sello ecológico garantiza que la materia prima cumple los aspectos anteriormente mencionados, pero no garantiza que el alimento procesado que estamos comprando posea unas cualidades nutricionales mejores y, dependiendo del modo de elaboración, que sea más sano y equilibrado.
Entre los ejemplos tenemos conocidas marcas de alimentos infantiles ecológicos, en el que a sus productos se le añade almidón de maíz (ecológico), zumos concentrados (ecológicos) o harina de arroz (ecológica). Incorporar aditivos, por muy ecológicos que sean, no hace que el producto sea nutricionalmente más sano ni equilibrado: en este caso concreto son una fuente innecesaria de azúcares, modifican la textura (y sabor) natural del producto y se realiza básicamente por razones económicas de ahorro en costes.
Otro aspecto que deberíamos cuestionarnos son las calidades de las materias primas. ¿Ser ecológico implica ser de alta calidad o gourmet? Definitivamente no. La industria alimentaria con el objetivo de abaratar sus costes utiliza materias primas con calidades que consideraríamos infames si las viésemos expuestas en una tienda. Al final, en los procesos de producción masiva, todo se soluciona con potenciadores del sabor, espesantes, reguladores de la acidez, … y un packaging impecable con un mensaje rompedor que puede hacernos creer que estamos comiendo un manjar propio de los mismos dioses, y la realidad es otra.